Las visitas al hogar
aportan una información valiosa sobre las condiciones en las que el niño vive y
se educa, tanto materiales como higiénicas y, fundamentalmente, las de carácter
afectivo; permiten conocer la composición familiar; las relaciones entre sus
miembros, el estilo educativo que predomina, entre otras, para, a partir de este
conocimiento y de la potencialidad educativa que posee la familia, prever la
ayuda necesaria, las orientaciones generales para el adecuado cumplimiento de
sus función, así como, las sugerencias de medidas y de actividades concretas
cuya aplicación permita favorecer el comportamiento infantil y estimular su
desarrollo.
La visita al hogar lleva implícita la utilización de la “observación” de la
vida familiar, al respecto es válido recordar que la observación puede ser
incidental, si se refiere a eventos que se manifiestan en la cotidianidad y que
pueden arrojar luz sobre la estructura de relaciones y de autoridad del sistema
familiar.
Las observaciones sobre la familia se pueden realizar también en
situaciones controladas, por ejemplo, cuando se cita a los padres al centro
para tratar determinado aspecto, o cuando se convoca a padres para participar
en algunas actividades de la vida de la institución tanto las que se realizan
en el propio local del centro como las que se hacen cuando se realizan
actividades festivas, paseos, excursiones, etc.
Otra situación típica de observación se refiere a las condiciones de vida
en la comunidad y el hogar, enfatizando el desempeño de los roles que se
expresan en la diaria convivencia. Se ha utilizado la observación como procedimiento
sistemático durante visitas prolongadas al hogar.
Es preferible la realización de observaciones sistemáticas en el hogar, y
que permiten hacer una interpretación objetiva de la vida familiar. El educador
que visita un hogar ha de estar consciente de que su sola presencia allí puede
modificar en algo el sistema de relaciones habituales. No obstante las visitas
son imprescindibles para comprender mejor muchas de las manifestaciones que
presentan los pequeños en el quehacer de la institución.
El registro de la información obtenida durante la visita debe ser hecho de
inmediato y con la mayor objetividad posible, así como responder a los
objetivos previstos para su realización. Cuestiones significativas no previstas
que pueden surgir en la ocasión deben anotarse cuidadosamente.
La visita al hogar, si es adecuadamente realizada estimula el
comportamiento de los padres, pues es aquí donde estos comprenden que el
educador siente un gran amor por su trabajo y quiere ayudarlos, y orientarlos
para que puedan educar correctamente a sus hijos. Así mismo, el educador conoce
a otros miembros de la familia además de los padres, y que lógicamente han de
ejercer también influencia en la educación del niño o la niña.
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