lunes, 26 de marzo de 2012

¿Qué son las escuelas de padres, y para qué sirven?


Las escuelas de padres tienen el objetivo de contribuir a la capacitación pedagógica de la familia, a elevar su nivel de cultura psicológica y pedagógica, a prestar ayuda concreta en los distintos aspectos de la educación de sus niños.

El hecho de que la organización de las escuelas de padres supone el debate y la reflexión de un tema previamente acordado entre padres y educadoras, posibilita y exige la participación de las familias que exponen sus dudas, opiniones, intercambian sus experiencias, sugerencias y consejos y, llegan a conclusiones e inclusive, a tomar acuerdos acerca de conductas y estilos a seguir sobre una actuación o problema específico. La formación educativa de las escuelas de padres, su carácter participativo – interactivo, otorga a esta forma organizativa de educación familiar magníficas posibilidades de cumplir con los propósitos que se plantea: contribuir a la concientización y su preparación para que realicen una educación más científica de sus hijos.

Existen múltiples modalidades de educación de padres, como son los días de puertas abiertas, las charlas, las consultas por grupos, los murales de información, buzones de información y sugerencias, entre otras.

Todas estas formas de organización se apoyan con materiales didácticos y audiovisuales en su realización, así como con demostraciones con los niños que permitan hacer bien evidente a los padres los mensajes educativos que se orientan.

Se ha extendido mucho utilizar en las escuelas de padres técnicas de dinámica centradas en el grupo, denominadas en la actualidad técnicas participativas, con las cuales es el propio grupo el que se va cohesionando en torno a las tareas planteadas, y quien lleva a cabo una experiencia de verdadero aprendizaje colectivo. Los problemas que se discutan en la vida familiar, las interrelaciones que se crean entre los padres durante su análisis, los conceptos a los que se arriban, son eminentemente una creación grupal de los padres y no una elaboración tecnicista que los pedagogos u otros especialistas traten de trasladarles o inculcarles.

Estas técnicas abarcan entre otras las de animación o caldeamiento, que permiten crear el clima psicológico adecuado para adentrarse en los temas escogidos; las específicas de exploración de las ideas y opiniones que traen los padres; así como las de análisis y profundización en los problemas identificados. En distintos momentos de las sesiones de padres se utilizan técnicas que permiten evaluar el estado de ánimo, interés y comprensión; así como las que posibilitan graficar el conjunto de opiniones existentes o el curso de las ideas en debate.

Al generalizar las mejores experiencias de estas sesiones de padres se concluye que pueden operar como grupo de discusión de la manera siguiente:
1.     Se extraen las necesidades desde el propio grupo de padres, no se imponen por orientadores externos a la institución infantil. En algunos centros, de haber pedagogos y psicólogos, son ellos los que encuestan previamente estas necesidades, o se basan en sugerencias recogidas por un buzón u otro procedimiento.
2.     Los grandes eventos normativos del crecimiento de la familia siempre aparecen en un buen programa anual de escuelas de padres. Con el tiempo el centro infantil encuentra irregularidades que se repiten en cada curso, aunque las nuevas generaciones de padres maticen a su manera algunos problemas de la vida familiar.
3.     Lo esencial es invitar a los padres a proponer sus necesidades, y a proponer en un análisis colectivo el programa anual que desean desarrollar. Para ello se pueden utilizar diversos procedimientos y técnicas participativas.
De acuerdo con la experiencia una sesión típica de esta actividad transcurre por varios momentos:
  • Se requiere un tiempo inicial para conocerse o reconocerse entre los participantes. Este momento toma en cuenta los sentimientos que estos traen a la sesión, lo que conforma el clima emocional del grupo.
  • A continuación, y enlazado con lo anterior, hace falta el caldeamiento emocional, es decir, la creación de una predisposición positiva para adentrarse en el tema. No se trata de cualquier actividad para perder las inhibiciones, sino de aquellas que asocien estados emocionales y vivencias individuales con el espacio grupal creado, y más específicamente con el tema que se va a tratar.
  • Eso da paso a la introducción del contenido de la sesión. Hay muchas formas de introducir el tema, pero es útil partir de las vivencias de los miembros, y evocar algunas de ellas en el grupo, de tal manera que se pueda trabajar con lo que todos han presenciado. Esta etapa de proyección de vivencias personales permite además, explorar por donde van las inquietudes de los participantes.
  • El momento más productivo de la sesión consiste en el análisis del asunto evocado, para lo que se emplean variadísimas técnicas que comúnmente requieren la formación de subgrupos, la graficación de las ideas producidas por esos equipos, así como diversas formas de integración con vista a concluir el análisis. Si se sigue una orientación basada en el psicodrama, se ensaya la modificación de errores mediante diversas técnicas y el análisis da lugar a la construcción dramática de nuevas vivencias reestructuradoras.
  • Es necesario que la sesión no termine sin estas vivencias positivas y que contribuyen a la formación de planes futuros.
A esta altura también es recomendable algún tipo de evaluación de la satisfacción experimentada durante la sesión.

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